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martes, 8 de julio de 1997

Brujas - Amsterdam

Cogimos el tren para Bruselas por los pelos, ya que para ir del albergue a la estación teníamos que coger el bus urbano, y por poco no llegamos a coger el tren. En una hora llegamos a Bruselas, Bruxelles, Brussel o como coño se diga.

Carlos: "¡¡QUE LIO!!, ¡¡ en este país cada uno le llama a las cosas según le peta!!"

En Bruselas, concretamente en la estación central nos cambiamos de tren y cogimos un Intercity que debía llevarnos a Ámsterdam. Durante el viaje nos dedicamos a dormir como ceporros, aunque saliendo de Bruselas pudimos ver a lo lejos la torre del ayuntamiento de la ciudad y el Atomium, que al menos a Carlos le siguió pareciendo pequeño.

Tras un rato de viaje llegamos a Amberes o Antwerpen como dicen en Bélgica... ¡¡Serán raros!! con lo fácil que es decir Amberes y dicen esa cosa rara. Allí, al salir el tren cambió de sentido y Carlos que se había situado en la posición guay al salir de Bruselas se tuvo que joder e ir de espaldas lo que quedaba de viaje hasta Ámsterdam mientras Marta y María se reían sin ningún tipo de piedad ni compasión, es más se dedicaron a putearlo el resto del camino en los momentos en que no dormían. María vio el estadio del Feyenord desde el tren al pasar por Rotterdam.

Al llegar a Ámsterdam nos dirigimos hacia el hotel que habíamos reservado el día anterior, y una vez nos registramos el conserje nos dio una carta que los chicos de Vitoria (Gorka, Olivia y Raquel) nos habían dejado allí y en la que nos avisaban de que no nos quedásemos, que era mucho más caro de lo que el chorbo había dicho por teléfono. La putada fue que nos tuvimos que quedar la primera noche (cosa que por supuesto nos fundió totalmente el presupuesto). En resumen, el tío del hotel era un cabronazo, un mercenario y ojalá se le caiga el hotel encima un día de estos.

El contenido de la carta era el siguiente:

Amsterdam, 7-7-1997

Hola chicos!

Esperamos que hayáis tenido un buen viaje, os enviamos esta nota para que sepais que este hotel es mucho más caro de lo que en un principio os dijimos. Nosotros nos llevamos un gran chasco y nos defraudó mucho, pero hemos encontrado camas en un hotel que nos dieron en la oficina de turismo por 25 Florines. El hotel se llama Arena, es al que fue el chico madrileño, José Luis, está por la zona de Mauritskade, tenéis que coger el tranvía número 9 y a unos 5 minutos se encuentra Arena, es fácil de localizar, no tenéis problema.

Lamentamos mucho la confusión y esperamos veros pronto y poder hablar mejor.


Un abrazo;

la gente de Vitoria

Tras dejar las cosas nos fuimos a la oficina de turismo para buscar alojamiento para las dos siguientes noches, y nos fuimos al Arena, donde al parecer va todo el mundo que va a Ámsterdam un poquillo arrastrado.

Como se puede comprobar en la factura, en la oficina de turismo también nos dejamos una buena pasta, ya que cogimos un billete de 3 días cada uno para todos los transportes públicos y un mapa de la ciudad, en total 60,50 florines, o como dicen ellos "guildes" (Joer, florín es florín ¿¿como coño hacen para llamarlo guilde?? Al menos en Bélgica Bruxelles o Brussel se parece a Bruselas, pero de Guilde a Florín ¡¡¡no coincide ni una letra igual en el mismo sitio!!!).


Por la tarde nos dedicamos a vagar sin rumbo por la ciudad y así sin comerlo ni beberlo aparecimos en mitad del Barrio Rojo... que risas, la verdad es que quedamos alucinados, aunque supongo que en parte sería culpa del cargado ambiente de la cafetería donde tomamos un zumo de melocotón y dos aguas...

Por la noche, y ya de vuelta en el hotel, nos dedicamos a ver la tele, concretamente dibujos animados en el Cartoon Network) y a pulirle el contador del agua al perro cabrón del tío del hotel a base de darnos baños en la tremenda bañera que teníamos.

lunes, 7 de julio de 1997

Brujas

El segundo día en Brujas fue más de lo mismo, osea, patear como bestias, unas coca-colas en una terraza por la mañana, y una visita por el súper y el estanco, donde compramos tabaco de liar ya que las reservas se terminaban, una poderosísima siesta de 3 horas, en la que nos sumimos en un profundo estado comatoso y otra sesión de pateo con su rato en una terraza, por supuesto.

Mientras tomábamos un batido en la terraza de una especie de McDonalds, comenzamos a oír a los lejos unos extraños gritos: "Polisí, polisí" y a los pocos segundos apareció un tipo vestido con una chaqueta roja de punto y unos vaqueros negros. Detrás de él corría otro tío de pantalón blanco y camisa amarilla, que cuando estuvo lo suficientemente cerca le puso la zancadilla, así a la remanguillé y comenzó a leches con él. No fueron una o dos, fue un amplísimo surtido de puñetazos, cachetes, torazos, patadas y pisotones, vamos que le debió dejar la cara como un autentico mapa.

El italiano que teníamos en la mesa de al lado lo describió de la mejor manera posible: "Un expectácolo della violenzia di Brujas, gratis", ¡¡Vaya leches le dio!! Tras ese "divertido" incidente, nos volvimos para el albergue y nos acostamos pues al día siguiente partíamos para... ¡Ámsterdam!.

domingo, 6 de julio de 1997

Bruselas - Brujas

Nos levantamos como todos los días bastante temprano, alrededor de las 7'30. Bajamos bien a desayunar y nos fuimos para recepción para pagar, y fue allí donde nos encontramos las primeras personas de habla hispana que vimos en todo el viaje, sin contar los andinos por supuesto. Eran unos estudiantes de arquitectura argentinos que eran muy majos.



Carlos: "Además una de las argentinas estaba de toma pan y moja".

Al pagar las habitaciones Carlos preguntó hacia donde quedaba el Atomium y le indicaron que había que coger el metro en "Graaf Van Vlaanderen" que es lo mismo que "Comte de Flandre", osea Conde de Flandes (estos belgas lo hacen más difícil aún) y bajarse al final de la línea 1A.

Y eso hicimos nos fuimos a coger el metro, que por cierto, esta vez sí pagamos (el revisór nos puso la típica cara de "¡Turistas!" al ver que pagábamos) y nos fuimos hasta la parada "Stadion" o "Stade" es decir, Estadio, donde al llegar ya pudimos ver el Atomium desde el propio metro. La verdad es que el Atomium nos decepcionó a los tres pues esperábamos que fuese bastante más grande; la verdad es que eren varias pelotas unidas con unos tubos de mierda. Aquello fue la gota que colmó el vaso. Los tres pensamos a la vez: "Vámonos de esta ciudad de mierda" y nos cogimos el metro (esta vez gratis) para irnos a la estación "Centraal", "Centrale" o como coño se diga.


Teníamos unas ganas locas de pirarnos de esa mierda de ciudad. ¿Qué se puede esperar de una ciudad en la que se adora a un enano del tamaño de un barriguitas meando como un campeón?. Por cierto, debimos de dar 3219 vueltas alrededor del churumbel y no lo llegamos a ver.

Carlos: "La verdad es que a mi me la trae floja ver al meón aquel"

Una vez allí y tras recorrer unos cuantos túneles y volvernos locos mirando horarios en un idioma que aún ahora no sabríamos identificar demasiado bien conseguimos subirnos a un tren hacia Brujas.

En el tren coincidimos con dos matrimonios, uno de los cuales eran españoles del todo, y el otro parecía ser un matrimonio que emigró a Bélgica hace años ya que tenían acento belga pero se desenvolvían demasiado bien en castellano como para ser belgas.

Cuando llegamos a Brujas, nos dirigíamos a un banco (de sentarse, ya que los otros casi no existen en Bélgica) y apareció un tío que nos preguntó si éramos españoles. Nos había identificado por la gorra de Carlisuá -JB-, sus palabras concretamente fueron: "Otro jodido borracho. Sois españoles ¿no?". Luego nos confesó que lo único que le había despistado un poco fue Vichisuà ya que pensaba si sería alemana (si una de esas guarras de mierda que no se lavan).

Desde allí nos fuimos todos juntos al "Auberge de Jeneusse" (nombre estúpido para un albergue ¿no?), que estaba chapado hasta una hora después. El chico que conocimos se llamaba Jose Luis, y era de Madrizzz. Mientras esperábamos aparecieron otras dos chicas que por supuesto también eran de Madrizzzzzzzzz. (¡¡Queríamos ver españoles que no fuesen de Madrid!!).



Poco después estábamos los seis hablando de donde habíamos estado, lo que más nos había gustado hasta entonces y todo eso. La verdad es que la hora que teníamos que esperar a que abriese el albergue se nos hizo muy corta, y tras abrir nos cogimos los trastos , nos registramos y nos fuimos para nuestra chambre a dejar los trastos. El albergue era flipante, este sí que era el mejor con diferencia. La habitación tenía terraza, e incluso baño dentro de la propia habitación. Además el edificio donde estábamos era "Guachi de La Estrada".



Tras dejar los petates en la habitasuá, nos fuimos al centro a comer (en una especie de McDonald's). Carlos agarró el mapa y no lo soltó en todo el día. Después de comer y tomarse un cafecito, en una terraza por supuesto, comenzó la pateada, que supuso unos 5 o 6 km ya que nos hicimos todas las rutas que venían en el mapa que tan amablemente nos regalaron en el albergue a cambio de 50 BEF 50*5=250 pelas), ¡¡Que majos!!.



María: "Guiaba Carluàs (con eso digo todo, menuda pateada), pero nos gustó muchisimo"


Brujas es "la ciudad dormida". Era una gozada pasearse tranquilamente por los canales. Además, lo guay es que nos íbamos a quedar dos nochisuás, y no hacía falta andar con prisas. La ciudad estaba llena de descapotables, coches de caballos para turistas acaudalados, barcos, chocolaterías, de motos y de puentes (los que vimos casi todos buscando desesperadamente los puñeteros leones de Carlisuá, que al final no encontramos).



Tras el profundo cansancio que acumulamos ese día debido a la caminata, nos fuimos al albergue totalmente rendidos y tras cenar un sandwich mixto en la cafetería subimos al primer piso, donde en una sala conocimos más gente que hablase español. Conocimos a Gorka, Olivia y Raquel de Vitoria, a una chica Mejicana y a dos hermanas de Argentina. Allí los diez (también estaba José Luis) pasamos un buen rato charlando y contando historias cada uno de su ciudad o país aunque lo más divertido fue rajar de los koreanos y japoneses. Aprendimos la diferencia entre ahora y ahorita (cosa que seguro que nos será útil tarde o temprano), y nos explicaron la impresión acerca de la juventud española que se llevaban las hermanas argentinas y la chica mejicana: que éramos alcohólicos. Estuvimos hasta las tres de la mañana de palique. Poco antes de irnos apareció por allí el camarerisuá de la cafeta del albergue, que sabía español (aparte de francés, flamenco, alemán, japonés, inglés, italiano, catalán). Nos contó que había vivido 10 años en España, conocía Galicia (la comida), hasta sabía hablar en catalán y conocía los equipos de Madrid incluido el Rayo.