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jueves, 15 de enero de 2009

Topónimos y Armas Políticas


Reconozco que este es un tema que me cabrea en particular. Sobretodo por la cantidad de argumentos chorras y subnormalidades que se dicen.


En mi caso, al hablar de la capital del Segre, me sale Lérida y otras Lleida, al igual que me pasa con otras ciudades, como Orense, La Coruña o Gerona. Más de una vez se ha llamado mi atención por no utilizar la forma oficial del nombre, a lo que yo siempre suelo contestar con la típica, y por otro lado de sentido común, argumentación de que si estoy hablando en castellano, digo el nombre en castellano. De la misma manera que no digo “Me voy de fin de semana a London”, entre otras cosas porque sería posible que algún amigo me dijera “Mira que eres gilipollas cuando quieres”, tampoco diría “Los mejores aceites de oliva son los de Lleida” por las mismas razones.


Santiago de Compostela es el nombre de una hermosa ciudad del noroeste de España, tanto en gallego como en castellano. Su nombre oficial está regulado por leyes. La Xunta de Galicia dispone de un nomenclátor con todos los nombres oficiales de ayuntamientos, parroquias y lugares de Galicia. ¿Por qué entonces yo me veo obligado a tener que decir Lleida cuando hablo en castellano y en los libros de texto en catalán se sigue hablando del “Camí de Sant Jaume”, o en la información del tiempo en TV3 hablan de "Terol" en lugar de Teruel?



Se utilizan los idiomas, los nombres de los lugares, los sentimientos patrióticos de la gente como armas políticas, especialmente por parte de los que necesitan dar sentido a su existencia. Pero esto no es malo del todo, siempre ha habido trileros, estafadores y timadores, lo que es malo es que la gente a pesar de verlo, prefiere mirar para otro lado, generalmente a la tele.

miércoles, 16 de julio de 1997

Irún - Santiago

La verdad es que el día 16 de Julio de 1997 se convirtió en una autentica odisea para nosotros. Teníamos ganas de llegar a casa, pero no porque estuviésemos cansados de estar por ahí, sino porque el viaje parecía interminable.

Nos pasamos toda la noche entre Paris e Irún durmiendo, y al llegar al maquinista le dio un arrebato de locura sicótico-esquizofrénica y se puso a gritar como un loco cosas en su extraño idioma, que interpretamos como: "Ya hemos llegado a España, todos para abajo del tren...", nosotros naturalmente nos reímos y nos bajamos del tren y pisamos por primera vez en quince días la España de nuestras entretelas...

Tuvimos un ratito para desayunar en la estación de Irún... por cierto, ¡¡Que gozada gastar pesetas!!. Nos metimos un buen desayuno, compramos tabaco a un precio "razonable", y por supuesto algún que otro periódico para leer en el tren de regreso a casa.

El tren salió de Irún a las 8 de la mañana, y hasta que llegamos a Palencia todo fue sin problemas. Allí los vecinos de un barrio que se había inundado habían cortado la vía del tren ya que no aparecían por allí los bomberos para solucionar el problema de la inundación. De esa manera conseguimos una primera media hora de retraso.

A partir de ahí todo fueron despropósitos. En León nos mandaron bajar del tren ya que la vía estaba cortada por una inundación y nos dijeron que nos iban a llevar a Santiago en autobuses. María y Marta llamaron entonces a sus casas para avisar de la contingencia. La verdad es que eso no era un problema, ya que en bus podíamos cumplir más o menos el mismo horario. El problema fue al llegar a Ponferrada, en cuya entrada había un gran atasco, cuya causa no conseguimos averiguar, había un atasco porque sí y punto.

¡¡¡Que bien!!! ¡¡¡Estábamos en ESPAÑA!!! ¡¡Ya no teníamos que sufrir los estrictos y repugnantes horarios de los gabachos de mierda!! ¡¡SI NO QUIERES ARROZ... DOS TAZAS!!.
En el bus Carlos se sentó junto a un japonés que iba mirando un mapa y preguntando a Carlos constantemente acerca de nuestra posición. Mediante unos cálculos mediante su mano y el reloj vaticinó que estaríamos en Santiago más o menos a las 9 de la noche.

A la entrada de Galicia paramos en una cafetería para tomar algo, y continuamos rumbo hacia Lugo para desde allí seguir hacia Santiago por la carretera que va de la N-VI a Curtis y que sale a la de Lugo-Santiago. Durante este rato el busero se apiadó de nosotros y nos puso una peli que la verdad es que oírse se oía, pero ver, lo cierto es que no se veía nada.

Al llegar a Santiago los tres nos despedimos y dimos por finalizada la aventura. Cada uno se fue por su lado pensando ya en el destino del próximo viaje: María a Noya, Carlos a San Vicente y Marta a su casa para ir dos días después a San Vicente.

martes, 1 de julio de 1997

Santiago de Compostela - Bilbao

Como habíamos quedado, nos reunimos todos en la estación a las 8 de la mañana para comprar los billetes e iniciar nuestro viaje. En la estación aparecieron Lucía y Pili, las cuales nos fueron a despedir y dar ánimos para el viaje con una sonrisa de oreja a oreja, no se sabe si por el perdernos de vista quince días, si por sus recién iniciadas vacaciones o algún otro motivo etílico-desconocido.

Al final tuvimos que cotizar como campeones el billete entero entre Santiago y la frontera, en nuestro caso Bilbao. Por suerte para Carlos, él tenía el carné joven, que le libró de un taleguete. Por el contrario María y Marta tuvieron que pagar el billete entero, porque como les dijeron unos días antes: "el carné joven no os va a servir para nada". El billete-man de la estación por encima nos puteó, pues nos colocó en compartimentos diferentes.


Nos encaminamos hacia los andenes de la estación de Santiago y tras comprar el Vale, el Jueves, y La Voz nos subimos al tren. Al final conseguimos partir con la ilusión de adquirir una grande y libre... (perdón, es que a veces me pierdo), ...una grande, grata y enriquecedora experiencia en la vida (a base de: ¡¡¡pulir pasta!!!).

Al poco tiempo de partir de Santiago comenzamos a leer las revistas que habíamos comprado no sin antes hacernos un par de fotos que servirían como "el antes". Gracias al Vale nos enteramos de que los tres estábamos regidos por Mercurio (siempre quisimos estar regidos por Mercurio) Incluso Carlos se llegó a preguntar si estar regido por Mercurio serviría de algo en Francia. Mientras leíamos el tramo entre Santiago y Orense se nos hizo muy corto.

En Monforte de Lemos el tren paró quince minutos para cambiar la máquina, tiempo que aprovechamos para tomarnos un café gigante ¡¡por 150 pelas!! ¡¡Más caro que el Playa!! La verdad es que ya nos iban acostumbrando a lo que luego iba a ser Francia.

Carlos: "Estamos llegando a Astorga, María tiene hambre y Marta también. Yo Carlos haré lo que pueda... y más [...] Hemos terminado de (burp -cerdo- - perdón-) comer y estamos en León (por cierto, hay calles y semáforos y tiendas) pero ¡es muy FEO! Ahora que ya hemos comido nos vamos a tomar un café y pagarlo a precio de oro."

 


Hemos sacado una conclusión sobre Castilla: ES PLANA. La conclusión la hemos sacado tras una larga discusión de 10 segundos. En Sahagún vimos la estación, de la cual dice Marta que: "Tiene su gracia, tiene su "aquel", es una estación de mierda, pero la tiene".

El resto del viaje lo hemos dedicado a jugar a las películas y al veo-veo aunque al final dejamos de jugar porque resultaba monótono que siempre ganase Carlos. (Marta y Maria no están de acuerdo con esto, pero... ¿que coño sabrán ellas?).


Tras llegar a Bilbao, Marta y María se fueron a casa de unos amigos de Marta y Carlos se fue a casa de sus tíos para lo que cogió el metro. "El metro de Bilbao está tremendo, se nota que es nuevo. Ya tendrá tiempo de llenarse de drogatas, mendigos y demás elementos y pasará a ser un metro como los demás, osea un asco".

Las niñas fueron a cenar a Zamudio, al lado de donde curraba Cosme Delclaux. Vieron la tienda de los padres de Miss España, el Teatro Arriaga y el Palacio de la Música (en construcción). Todos vimos el museo Guggenheim, que es una comedura de tarro de padre y señor mío, la Universidad de Deusto, y la catedral: San Mamés.


Carlos : "Es por la noche y me han mandado a la mierda los del albergue de Ámsterdam donde intenté reservar. ¡¡QUE CABRONES!! Tengo la extraña sensación de que o dormimos en la calle o sinó a cubierto sólo podremos ir a la cárcel (suponiendo que seamos capaces de armarla lo suficientemente grande. En resumen vamos totalmente de culo."