miércoles, 16 de julio de 1997

Irún - Santiago

La verdad es que el día 16 de Julio de 1997 se convirtió en una autentica odisea para nosotros. Teníamos ganas de llegar a casa, pero no porque estuviésemos cansados de estar por ahí, sino porque el viaje parecía interminable.

Nos pasamos toda la noche entre Paris e Irún durmiendo, y al llegar al maquinista le dio un arrebato de locura sicótico-esquizofrénica y se puso a gritar como un loco cosas en su extraño idioma, que interpretamos como: "Ya hemos llegado a España, todos para abajo del tren...", nosotros naturalmente nos reímos y nos bajamos del tren y pisamos por primera vez en quince días la España de nuestras entretelas...

Tuvimos un ratito para desayunar en la estación de Irún... por cierto, ¡¡Que gozada gastar pesetas!!. Nos metimos un buen desayuno, compramos tabaco a un precio "razonable", y por supuesto algún que otro periódico para leer en el tren de regreso a casa.

El tren salió de Irún a las 8 de la mañana, y hasta que llegamos a Palencia todo fue sin problemas. Allí los vecinos de un barrio que se había inundado habían cortado la vía del tren ya que no aparecían por allí los bomberos para solucionar el problema de la inundación. De esa manera conseguimos una primera media hora de retraso.

A partir de ahí todo fueron despropósitos. En León nos mandaron bajar del tren ya que la vía estaba cortada por una inundación y nos dijeron que nos iban a llevar a Santiago en autobuses. María y Marta llamaron entonces a sus casas para avisar de la contingencia. La verdad es que eso no era un problema, ya que en bus podíamos cumplir más o menos el mismo horario. El problema fue al llegar a Ponferrada, en cuya entrada había un gran atasco, cuya causa no conseguimos averiguar, había un atasco porque sí y punto.

¡¡¡Que bien!!! ¡¡¡Estábamos en ESPAÑA!!! ¡¡Ya no teníamos que sufrir los estrictos y repugnantes horarios de los gabachos de mierda!! ¡¡SI NO QUIERES ARROZ... DOS TAZAS!!.
En el bus Carlos se sentó junto a un japonés que iba mirando un mapa y preguntando a Carlos constantemente acerca de nuestra posición. Mediante unos cálculos mediante su mano y el reloj vaticinó que estaríamos en Santiago más o menos a las 9 de la noche.

A la entrada de Galicia paramos en una cafetería para tomar algo, y continuamos rumbo hacia Lugo para desde allí seguir hacia Santiago por la carretera que va de la N-VI a Curtis y que sale a la de Lugo-Santiago. Durante este rato el busero se apiadó de nosotros y nos puso una peli que la verdad es que oírse se oía, pero ver, lo cierto es que no se veía nada.

Al llegar a Santiago los tres nos despedimos y dimos por finalizada la aventura. Cada uno se fue por su lado pensando ya en el destino del próximo viaje: María a Noya, Carlos a San Vicente y Marta a su casa para ir dos días después a San Vicente.

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