sábado, 5 de julio de 1997

Estrasburgo - Bruselas

Hay que reconocer que el desayuno sí era de cuatro arbolitos, es decir, sí estaba acorde con el precio de la noche en el albergue. Cereales con leche, taza de xocolé (mira que es fácil escribirlo así, como tiene que ser, y no la mierda esa de Chocolait).

Carlos: "Yo me puse como el quico."

Tras el papeo nos fuimos a patear la "ville" con las mochisoirs a la chepa, por cierto a medida que pasaban los días cada vez nos pesaban menos, poco a poco comenzaban a ser parte nuestra, no llegamos a saber si era porque nos estábamos poniendo cachas, porque se nos habían atrofiado los nervios del dolor, o porque nos la sudaba cada vez más todo.

Cogimos el bus y continuando con nuestra racha de pardillez lo volvimos a pagar; nos bajamos en Sta Margaride (aunque para el lector supongo que este dato no le servirá para nada si no ha estado en Strasbourg, para un gilipuá, Estrasburgo para alguien normal) y desde allí bordeamos el centro de la ciudad bordeando el río y adentrándonos en el barrio de la Petite France, que no llegamos a comprender el porque de ese nombre, pues todas las casas parecen alemanas. Los franceses a parte de escribir las palabras como les sale del culo, les ponen nombres incongruentes a sus barrios.

El recorrido era precioso, la Petite France parecía el pueblo de "La Bella y la Bestia". Nos compramos unas postales y unos dibujos preciosos y continuamos con la pateada. Al final, como no, acabamos en una terraza en la plaza de la catedral, donde unos músicos andinos amenizaban la mañana con sus cantos a cambio de unos francos (nosotros entre los tres les dimos 10'60 FF.).

Eran cuatro o cinco tíos (los cuales por su aspecto no podían negar su procedencia andina) y una chorba cachonda que se limitaba a bailar con un pañuelo rojo en las manos. Dio tantas vueltas sobre si misma que nos pareció raro que no esnafrase y se partiese los piños contra el suelo. Los estuvimos escuchando con atención, pues eran las primeras personas que oíamos en español, aunque fuese cantado, en muchos días.

Carlos: "¡¡Que guay, por fin encontramos a alguien que sabe hablar y no emite gruñidos!!"

Al cabo de un rato tuvieron que dejar de cantar, pues a las 12 del medio día comenzaron a sonar las campanas de la catedral. Por cierto, nos enteramos de que la catedral tiene 142 metros de alto, es decir, tan alta como la Torre Picaso de Madrid. El tañir de las campanas duró quince minutos y la verdad es que era alucinante, se oían de fondo unas campanas graves, y por encima otras más agudas. La verdad es que parecía que la catedral se fuese a caer por la vibración que causaban las campanadas. Al final la verdad es que acabamos hasta los huevois de las campanadas.

Cuando dejaron de tocar las campanas los músicos ya se habían cambiado de sitio, poniéndose mucho más cerca de donde estábamos nosotros y tras tocar alguna que otra canción más se pusieron a pasar una bolsa por las mesas de la terraza. Cuando llegó a nuestra mesa nos dijo "Pour la musique" a lo que Carlos contestó "¿Por la música?" tras lo que el sonrió contestando "¡Amigos!".Le dimos 10'60 francos y le preguntamos si sabían alguna canción española. Un rato después vino el guitarrista del grupo y les cantó un par de canciones a las niñas, mientras los turistas nos sacaban fotos. El tío este en cuestión, el guitarrista, debía estar liado con la cachonda pues las miraba a las niñas mientras les cantaba la canción con una cara de odio de aquí a mañana... (fijo que fue así como la conquistó a ella) ¡¡Qué se joda!!

Lo que quizás más grabado nos quedó de el suceso fue la frase con la que se despidió el chico: "Que les vaya bonito aquí en Estrasburgo".

Nos levantamos de la terraza y nos fuimos a ver la catedral por dentro, con un poco de decepción pues era quizás un poco oscurilla de más.

Tras esto pusimos rumbo hacia un súper, y luego a la estación para marchar a Bruselas. Según salíamos de la plaza volvimos a ver al cretino de las insignias nazis y el uniforme yanqui.

Carlos: "Ojalá lo pillen un par de negros y un par de musulmanes y le dejen la cara como un mapa, y luego que lo coja un mariconazo y le haga un culo nuevo, y si puede ser en una plaza pública y con gradas para que la gente pueda verlo".

El ticket del super era así:


tras el timo seguimos rumbo a las estación. Allí nos dedicamos a llamar a albergues para reservar plaza en Paris, Brujas, Bruselas y Ámsterdam, aunque en esta última ciudad no lo pudimos conseguir. Tras esto fuimos a preguntar si al coger un tren EuroCity había que pagar un suplemento como el del TGV, e igual que en Paris cuando íbamos a RGRAM nos dijeron que nos tirásemos al tren.Tras esto nos sentamos en el suelo del andén (porque no encontramos ningún banco vacío) y nos curramos unos bocatoises del cagarse. Tras el bocata nos pillamos unos capuchinos (realmente asquerosos) en una máquina del andén por la módica cantidad de 5 francos y nos subimos al tren.

En el tren partimos hacia Metz para desde allí seguir hacia Luxemburgo y desde allí continuar por Namur hasta llegar a Bruselas. Las niñas, como de costumbre quedaron fritas en un momento.

Carlos: "Me dejaron tirado teniendo que socializar con una alemana FEA y sin medio diente que me preguntaba si íbamos a Ámsterdam a fumar canutos. Detrás de ella había un gay intentando dormir en una postura un tanto extraña".

Al llegar a Bruselas nos equivocamos de estación y tuvimos que coger un taxisoir para ir al albergue. El albergue hasta ese momento era el mejor en el que habíamos estado, aunque los recepcionistas se pasaban el rato en el bar registrando a gente entre cerveza y cerveza. Tras acomodarnos nos fuimos a dar un rule por la ciudad, Bruselas nos llamaba, y nada hacía presagiar la decepción final.

En resumen se podría decir que la "Grande Place" es un flipe, el resto una mierda. Esos sí, hay que reconocer que el metro de la ciudad es de los más baratos que he visto en mi vida, es gratis, es más, si te paras a comprar el billetuá el revisoir te mira con cara de pensar: "tú eres de fuera y además idiota, ne pa?". Al salir del metro tardamos un poco en orientarnos, pero en seguida conseguimos llegar hasta la catedral, que por cierto estaba en obras, como todas las que vimos hasta entonces.

Las calles estaban cada vez más llenas de gente a medida que nos acercábamos a la puta plaza de mierda. Al entrar todos en un primer momento quedamos impresionados, impresión que duró poco al ver que toda la plaza estaba llena con gradas y no se podía ver prácticamente nada de las "Casas de los Gremios" "¡¡Putos Belgas!!"

Continuamos paseando en busca de un cajero para obtener guita, pero nada, Bruselas es una ciudad sin cajeros ni bancos, sólo hay macarretas con buga de segunda mano y cinta de ABBA regrabada con bakalao chusquero, mendigos pedidores de tabaco y demás gente rara, sucia, baja y deleznable.

Debimos estar buscando un cajero alrededor de 2 horas y al final la encontramos en una esquina de la "Grande Place". Tras esto cumplimos el capricho de Carlos: tomarse una cerveza belga en una terraza de la "Grande Place" de Bruselas, cerveza que salió por 115 BF ( unas 500 pelas ).
Dado que el albergue estaba en una zona realmente chunga, decidimos coger un taxi para volver hasta él y así ahorrarnos problemas, aunque eso trajo consigo la correspondiente clavada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario