jueves, 10 de julio de 1997

Amsterdam (II)

Fue el día que más tarde nos levantamos, las 10'30. Desayunamos por 4 Guildes de esos y nos piramos al mercadillo a la caza de Souvenirs de Amsterdam. (osea camisetas).

Tras eso visitamos la casa de Ana Frank, que nos impresionó mucho a los tres. Para entrar tuvimos que hacer cola por un tubo ya que había muchísima gente. Nos quedamos muy impresionados los tres al ver las condiciones en las que se vieron obligados a vivir.

Carlos: "Cuando vuelva a España leeré el libro".

Tras la visita y el sacarnos la correspondiente foto de rigor nos pillamos un tranvía hacia el museo Van Gogh, junto al que se ponía un carrito de perritos calientes, que la verdad es que resultaban bastante baratos (1'50 gildes). La verdad es que nos pusimos morado de salchicha, pan y todas las mierdas que le podíamos echar... sin aumento de precio por supuesto.

Una vez hubimos saciado nuestra hambre pusimos rumbo a la "Centraal Staation" para solucionar el tema de los billetes para Paris, pero apenas a 500 metros de la estación se jodió el tranvía... osea que a patear, aunque como somos gente muy apañada aprovechamos para mirar escaparates para llevarnos alguna cosilla de recuerdo.

En la estación perdimos casi una hora hasta que nos atendieron, tuvimos que coger número, y esperar... mucho... nuestro número era el 36 y el contador iba por el setenta y pico. Una vez conseguimos llegar a la ventanilla y tras intentar explicarle al tío en inglés lo que queríamos, él nos contestó en castellano, gracias a lo que pudimos acabar rápidamente.

Tras terminar solucionar lo de los billetes nos sentamos un ratito en la "Damm Plein" , es decir, como la Puerta del Sol pero en Ámsterdam. Allí si que vimos de todo: Unos hare-crisna (o como demonios se escriba) montando un escándalo de órdago con su música, si es que se le puede llamar así y no ruido altamente molesto, unos tíos escuálidos montando follón también con unas guitarras eléctricas en el otro extremo de la plaza, una niña de unos doce años preparándose un buen "book" de fotografías para ser una top-model, y un señor raro que nos ofreció cosas también raras.

El tío intentaba vendernos una movida de colorines de esa para el pelo (llevaba 2) y al decirle que no el muy camello nos ofreció éxtasis y coca, por lo que nos quedamos flipados. Por supuesto dijimos que no porque somos gente sana que esta "Enganchada a la Vida".

Fuimos luego a comprar algo para el novio de María y algunas postales para enviar, tras lo que decidimos que nuestra situación económica era crítica y nos metimos en un McDonalds donde quemamos las últimas monedas que nos quedaban cosa que más o menos conseguimos fácilmente. Luego a visitar la movida roja esa tan famosa.

Paseamos un buen rato por el barrio rojo y quedamos alucinados. En todos los escaparates había tías medio en bolas invitándote a pasar. Había muchos espectáculos eróticos festivos a punta pala, todos ello anunciados con grandes carteles como "Live Porno" o "Live Sex". Un portero desde la entrada de uno de ellos nos dijo en inglés: "Sexo, lujuria, el "Coco-Rosso" es el mejor" y otro nos dijo: "Un bonito espectáculo para toda la familia".

Era como Sodoma y Gomorra, todo espectáculos porno, casas de putas, coffe-shops donde fumar drogas, bares conde consumir alcohol, y camellos en los puentes ofreciendo éxtasis, coca y otras sustancias estupefacientes.

Cuando ya poníamos rumbo hacia el albergue nos paró un tío que llevaba una bolsa de papel, nos ofrecía su contenido por 5 guildes, el contenido era un auto-radio con sus correspondientes altavoces. Seguro que quería el dinero para drogarse... esta juventud es que es una mierda. Unos metros más adelante pasamos junto a una calle donde había un concierto... y como nos apuntamos a un bombardeo allí nos metimos. Entre la gente encontramos a dos chicas de Madrid que habíamos conocido en Brujas y nos quedamos con ellas un ratito en el que charlamos y nos sacamos una fotos. Luego llegó el momento de irse dejando atrás a todo el mundo borracho, colocado o lo que fuese...

En el albergue pasamos de nuevo un buen rato con los amiguetes de Vitoria, quienes nos presentaron a un chico de Madrid (Sergio) que tenía unas greñas de aupa, y tras fumar unos pitillos, echarnos unas risas y el consabido intercambio de direcciones nos fuimos para la camita.

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