Pongamos un par de ejemplos:
- La lluvia ácida: Recuerdo que allá por los 80, hasta estudié en el colegio la reacción química que se producía en la atmósfera entre los dióxidos de azufre, el agua y el oxígeno. Era un pelígro terrorífico que podía acabar con las construcciones de las ciudades en menos de 10 años, que afectaría a las especies animales e incluso a la humana, y patatín y patatán. La lucha contra la lluvia ácida era uno de los mantras de Greenpeace.
- El agujero de la capa de ozono: El caso del agujero de la capa de ozono supuso una movilización a nivel internacional, aunque yo la llamaría fraude a nivel internacional. Los medios han dado la matraca con el crecimiento del mismo, con los CFCs de los aerosoles y neveras, la pegatinas con la frase: "Amigo del ozono"... Pero recientes investigaciones prueban que dicho agujero tiene sus orígenes en causas naturales y que aparece y crece periódicamente.
Todo esto, además se suele adornar con un envoltorio de pseudo-telepredicador catastrofista: se extenderá la malaria, el sida, fiebres, terrorismo… igual que cuando se pregonaba de los peligros del agujero de la capa de ozono para la piel.
Ahora, con estos precedentes y con todos los informes que contradicen las teorías de los llamados "calentólogos" ¿Qué hacemos? Está claro que el cuidado del medio ambiente debe ser una prioridad de todos, de hecho, procuro educar a mis hijas en este sentido, pero una cosa es preservar nuestro planeta y otra hacer caso a las modas, para que cuatro espavilados se lo lleven crudo por dar conferencias con datos falsificados, y por encima el Nóbel de la Paz.
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