Antes, según el diccionario de la R.A.E: "Cosa mal hecha, sin cuidado ni arte, conjunto de cosas sin valor". Ahora según al R.A.E. no es nada porque trapallada ha desaparecido del diccionario.
miércoles, 26 de abril de 2006
Gomaespuma
En fin, siempre nos quedarán su gloriosas actuaciones a los que tenemos cintas grabadas de su época en Antena 3 Radio.
Para desengrasar dejo esté video:
martes, 25 de abril de 2006
¡¡¡Coño!!! ¡¡¡Que va en serio!!!
Yo flipo.
¿Los diputados fumar no pueden en el congreso? ¿Pero beber? ¿Álguien sabe si pueden? o más bien ¿Alguien sabe si lo hacen habitualmente?
No sería la primera vez en la historia que se hace una meméz. Calígula hizo Emperador a su caballo.
En fin.
Tonto no, ¿tontos? un rato.
Desde la Real Academia me constestaron que el diccionario era un compendio de las palabras que eran utilizadas por los hispanohablantes. En el diccionario de la lengua, o al menos en su versión online, antes de la definición de cada acepción de una palabra aparece su ábmbito geográfico de aplicación.
Todas estas explicaciones vienen a colación por esta cachupinada en la que pierden el tiempo los políticos del BNG en lugar de tratar de conseguir la doble vía electrificada en todas las líneas ferreas gallegas y el tren hasta el aeropuerto de Lavacolla como viene en su programa (pag. 228), entre otras cosas.
lunes, 24 de abril de 2006
"No me lo puedo de creer"
¡¿¡¿Va en serio?!?! ¡¿¡¿Pero de verdad va en serio?!?! ¡¡¡No puedo creer que vaya en serio!!!
Proyecto Gran Simio
miércoles, 16 de julio de 1997
Irún - Santiago
La verdad es que el día 16 de Julio de 1997 se convirtió en una autentica odisea para nosotros. Teníamos ganas de llegar a casa, pero no porque estuviésemos cansados de estar por ahí, sino porque el viaje parecía interminable.
Nos pasamos toda la noche entre Paris e Irún durmiendo, y al llegar al maquinista le dio un arrebato de locura sicótico-esquizofrénica y se puso a gritar como un loco cosas en su extraño idioma, que interpretamos como: "Ya hemos llegado a España, todos para abajo del tren...", nosotros naturalmente nos reímos y nos bajamos del tren y pisamos por primera vez en quince días la España de nuestras entretelas...
Tuvimos un ratito para desayunar en la estación de Irún... por cierto, ¡¡Que gozada gastar pesetas!!. Nos metimos un buen desayuno, compramos tabaco a un precio "razonable", y por supuesto algún que otro periódico para leer en el tren de regreso a casa.
El tren salió de Irún a las 8 de la mañana, y hasta que llegamos a Palencia todo fue sin problemas. Allí los vecinos de un barrio que se había inundado habían cortado la vía del tren ya que no aparecían por allí los bomberos para solucionar el problema de la inundación. De esa manera conseguimos una primera media hora de retraso.
A partir de ahí todo fueron despropósitos. En León nos mandaron bajar del tren ya que la vía estaba cortada por una inundación y nos dijeron que nos iban a llevar a Santiago en autobuses. María y Marta llamaron entonces a sus casas para avisar de la contingencia. La verdad es que eso no era un problema, ya que en bus podíamos cumplir más o menos el mismo horario. El problema fue al llegar a Ponferrada, en cuya entrada había un gran atasco, cuya causa no conseguimos averiguar, había un atasco porque sí y punto.
¡¡¡Que bien!!! ¡¡¡Estábamos en ESPAÑA!!! ¡¡Ya no teníamos que sufrir los estrictos y repugnantes horarios de los gabachos de mierda!! ¡¡SI NO QUIERES ARROZ... DOS TAZAS!!.
En el bus Carlos se sentó junto a un japonés que iba mirando un mapa y preguntando a Carlos constantemente acerca de nuestra posición. Mediante unos cálculos mediante su mano y el reloj vaticinó que estaríamos en Santiago más o menos a las 9 de la noche.
A la entrada de Galicia paramos en una cafetería para tomar algo, y continuamos rumbo hacia Lugo para desde allí seguir hacia Santiago por la carretera que va de la N-VI a Curtis y que sale a la de Lugo-Santiago. Durante este rato el busero se apiadó de nosotros y nos puso una peli que la verdad es que oírse se oía, pero ver, lo cierto es que no se veía nada.
Al llegar a Santiago los tres nos despedimos y dimos por finalizada la aventura. Cada uno se fue por su lado pensando ya en el destino del próximo viaje: María a Noya, Carlos a San Vicente y Marta a su casa para ir dos días después a San Vicente.
martes, 15 de julio de 1997
París - Irún
Como todos los días pillamos el RER hasta la estación de Austerlitz a pesar de que nuestra intención era llegar hasta Saint Michel para desde allí visitar el Barrio Latino y el Palacio de Luxemburgo.
La razón para esta parada previa era que el túnel por el que debía pasar el tren estaba en obras, por lo que nos teníamos que bajar en esa estación y coger un bus gratuito hasta Saint Michel, donde nos queríamos bajar nosotros, o hasta Invalides que es donde se retomaba el tren.
Mientras viajábamos dentro del bus Carlos se fijó en un titular del periódico Le Monde, que llevaba un parisino, y que rezaba algo parecido a "España llora por sus mártires". Tras leerlo se lo dijo a María y a Marta y los tres quedaron intrigados y preocupados a la vez.
Tras bajarnos del bus comenzamos viendo las librerías que había en la calle, en donde de haber tenido pelas, o mejor dicho francos hubiésemos comprado alguno que otro, especialmente las niñas ya que había muchos libros de arquitectura a muy buenos precios.
María llamó a casa para informar de que ese día pensábamos volver y que llegaríamos el 16 por la noche a Santiago, y aprovechó para preguntar acerca del significado del titular que Carlos había leído y tras saberlos nos quedamos muy impresionados por lo sucedido.
Seguimos pateando, y tras pararnos un rato junto a un edificio de piedra Carlos: el despejadísimo e inteligente guía se dio cuenta de que era La Sorbona, es decir la Universidad de Paris. Tras eso recurrió a la guía de Paris y nos conseguimos enterar que estábamos en el pleno centro del barrio latino de Paris, ese que Marta no había conocido en su visita anterior, y que por lo visto del que tampoco tenía mucha idea acerca de lo que era.
Tras la visita de la universidad y sus alrededores vimos el Pantheon, en el que por supuesto se cobraba por entrar, razón de más para no entrar. Ya casi habíamos visto todo lo que podíamos ver por la mañana sin tener que gastar un duro, por lo que pusimos rumbo hacia el palacio de Luxemburgo y nos dedicamos a pasear por sus jardines, viendo como los enanos Parisinos (futuros gabachos hijos de la gran zorra) se dedicaban a darle de comer a los peces del estanque o jugar con unas maquetas de veleros.
Durante toda la mañana María, y especialmente Marta se dedicaron a hacerle preguntas de todo tipo a Carlos para vengarse de todas las que él había hecho durante los días anteriores. La diferencia es que Carlos las contestaba sin demora, con una seguridad impresionante y sin cometer un solo error, mientras que ellas, durante los días anteriores las contestaban entre balbuceos de dudas y mediante frases tremendamente ambiguas o carentes de toda corrección gramatical.
Decidimos volver hacia el albergue para comer cuando los repetitivos "Tengo hambre" de Carlos se hicieron inaguantables. De camino hacia el bus nos paramos en un supermercado para hacer unas últimas compras, es decir, comida, y algo para el tren durante el viaje de regreso a casa.
Marta y María casi no consiguieron evitar que Carlos le hincase el diente a la barra de pan que habíamos comprado, al menos hasta llegar al albergue, donde dimos buena cuenta de ella en breves instantes.
Nada más llegar al albergue vino la encargada de este a hablar con Marta y ¡¡le dio su riñonera!!, que alguien había encontrado en el tren y supuso que estaríamos en ese albergue. ¡¡QUE FLIPE!! Por supuesto faltaban los francos, pero todo lo demás había aparecido. ¡¡QUE POTRA!!
Tras la comida vino la correspondiente siesta de rigor, tras la cual, ya con más calma recogimos todo y nos fuimos hacia la estación de Austerlitz desde donde partiríamos hacia España.
En la estación conocimos una chica Argentina que iba a pasar unos días a España, donde quería visitar Sevilla, Madrid, Barcelona, ciudades por las que nos preguntó. Entre todos le hicimos unos esquemas de Barcelona y Madrid indicándole las cosas que podía visitar y todo eso y los trenes que debía tomar. Charlamos de todo, desde lo del atentado hasta de fútbol, y poco antes de subirnos al tren nos dependimos de ella.
Subimos al tren, donde vimos, o más bien vio Carlos a un chico que decía él que se parecía a Ventura y nada más salir de la estación nos pusimos los tres en postura de "Dormir hasta Irún", no sin antes comer un poquito: Carlos se comió las mermeladas que había pillado a la mañana.
lunes, 14 de julio de 1997
Paris (III)
Cogimos el RER donde siempre, y nos chupamos toda la línea 4 desde Athis Mons hasta Versalles lo que supuso alrededor de 45 minutos. Una vez allí comenzó la pateada. Desde la verja principal había una buena pateada hasta llegar al palacio, el trayecto era en pendiente ascendente, lo que hacía que te sintieses más pequeño frente al palacio. Pero lo más impresionante fue la visión de los jardines y el estanque desde la parte trasera del palacio: Parecía que el estanque no se acabase nunca, era algo impresionante.
Llegados a este punto Magrgrgrte prescindió de la guía y nos pusimos a patear los jardines a nuestra bola y así llegamos al Grand Trianon, osea, la casa de la querida del rey (seguro que era un putero). Luego vimos el Petit Trianon, que efectivamente era un poco más petit que el Grand Trianon.
Tras rellenar la botella de agua en un grifo nos fuimos al centro del estanque, pero en la orilla por supuesto, y nos tiramos en el césped para jalarnos los bocatas que nos habíamos encargado de preparar para comer allí.
Una vez hubimos comido el contacto extremos con la naturaleza nos llamaba, por lo que nos tiramos sobre el césped a dormir una siestecilla: sí, ese gran invento español que hicimos en tierras paganas de gabachos de mierda (estábamos hartos de ellos).
Carlos súbitamente se levantó y echó a correr escapando de una avispa... les tiene MUCHO miedo. Y acabó en el bordillo de piedra del estanque metiendo la bota en el estanque para comprobar si era verdad eso de que no les entra agua aún sumergidas... "Que guay, no me mojo los pies... Uy... me pasé"
Una vez quedamos hartos de naturaleza Marta decidió que se quería dar un baño en el estanque y frente a la presencia de dos gendarmes Carlos y María intentaron persuadirla de que no se bañase, pero no hizo demasiado caso. Por suerte Carlos estuvo rápido de reflejos y consiguió agarrarla en el momento en que iba a zambullirse al estilo hombre-rana.
Tras el intento frustrado de Marta por bañarse pusimos rumbo hacia Paris de nuevo para ver por dentro Notre Damme, y la zona del Centro Georges Pompidou. Cogimos el RER para llegarnos hasta la estación de Saint Michel.
Al tardar tanto en llegar nos quedamos dormidísimos y por suerte, luego se vio que fue mala suerte, Carlos despertó poco antes de que el tren se fuese de esta estación; el caso es que nos bajamos del tren a la carrera y cuando estábamos a punto de salir al exterior... ¡zas! Marta se dio cuenta de que se había olvidado la riñonera en el tren... Sí que la habíamos jodido bien. Nos dio un considerable bajón a los tres, y hay que decir que a pesar de que no consiguieron encontrarla las funcionarias de la estación de Saint Michel de la linea C del RER de Paris se portaron muy bien diciéndonos todas las posibles soluciones a adoptar. ¡¡3 HURRAS POR ELLAS!!
Hubo que hacer de tripas corazón aunque a Marta le costó un poquillo. Todo fue a mejor cuando Carlos comenzó a decir tonterías camino de Notre Dame. Incluso Marta renunció a guiar... cosa de la que Carlos se alegró mucho, para guiar él y recorrer "atajillos" mientras que María le suplicaba a Marta que se recuperase para que no guiase Carlos.
Entramos en Notre Dame, que por dentro no es para tanto, y salimos rápidamente. Luego caminamos hacia el Centro Pompidou pasando por delante del "Hotel de La Ville", que no es que sea un hotel público ni nada de eso, es más ni siquiera es un hotel, se trataba del Ayuntamiento, que por cierto estaba engalanado con banderitas francesas (supongo que porque estábamos en Francia): Carlos: "Que bonito sería que todas fuesen españolas... Paris conquistado y arrasado por una legión de 50.000 Alfredos Landa".
Vimos desde lejos el Centro Pompidou y a Carlos en un principio le pareció sencillamente feo, pero al acercarse pudo afirmar categóricamente que le resultaba espantoso. Matamos allí una horita viendo unos espectáculos callejeros de esos. Unos tíos se dedicaban a interpretar bailando una especie de representación en la que dos colegas se peleaban y luego uno se moría o algo así. Fue chulisimo. Marta y María se fijaron especialmente en uno de los bailarines, e incluso una de las dos comentó algo parecido a: "A ver si se gira y le vemos el culo".
Se acercaba la hora de los fuegos artificiales, por lo que tuvimos que ponernos en marcha hacia el Trocadero, pero primero pasamos por un estanco, era inevitable, y un McDonalds del Boulevard St. Germain para llenar el buche por unos económicos 30 francos cada uno. Estábamos puliendo nuestros últimos francos.
Nos situamos a la derecha de la Torre Eiffel mirando hacia el Trocadero, en los jardines que dan al Sena y allí nos sentamos esperando por el espectáculo. La verdad, para que negarlo es que no vimos mucho del castillo de fuego, ya que los árboles nos tapaban bastante, pero aún así tuvo que ser la releche. Lo que sí vimos fueron todos los cohetes, que menos los del final que eran rojo, blanco y azul todos eran chulisimos.Una vez acabó todo nos montamos en un RER y para el albergue a dormir para estar fresquitos para el que iba a ser nuestro último día fuera de España.
domingo, 13 de julio de 1997
Paris (II)
Nos dedicamos a patear alrededor de las fuentes, ya que a pesar del intenso calor que hacía corria una ligera brisa, y esta hacía que los chorros de agua se salieran de las fuentes y con un poco de suerte te salpicasen. Por supuesto nos pusimos en el lugar apropiado en el momento apropiado para podernos refrescar, aunque hubo quien se pasó, pero como a estas alturas de este texto ya os lo imaginareis no vamos a dar nombres, ya tiene ÉL, bastante con lo suyo.
Desde ahí sólo quedaban seis kilometritos de nada de camino hasta el Arco del Triunfo, pero nada, en diez minutos estábamos allí. De camino vimos el obelisco, que como no, no es francés sino egipcio (en París la mitad de las cosas son regalos de otros países o chorizadas a otros países naturalmente)
También vimos el guardamuebles real, que por cierto, fijo que les quedaba un poco grande... total, para 5 o 6 sillitas de tijera, 2 supletorias y la rulot para el verano.... ¡¡¡si es que lo hacía todo a lo béstia!!!
Tras llegar al Arco del Triunfo pillamos el metro hacia Montmartre, donde en la subida nos metimos unos bocatazos para recobrar fuerzas y continuamos la ascensión. Casi al llegar a la cima nos paramos a oir a unos macarretas guitarreados que por no tener no tenían ni gorra para pasar pues se la pidieron a María... menudos jetas.
Entramos en la Iglesia del Sagrado Corazón que por fuera es bonita, pero por dentro no es nada del otro mundo... osea, por fuera mola, pero por dentro es una pastel.
Las calles que rodeaban la iglesia estaban llenas de dibujantes, pintores, caricaturistas, mimos... todo muy chulo, aunque sobraban 800 o 900 turistas de mierda que estaban dando la paliza.
Nos sentamos en una terraza a ver como pintaba un pavo, que luego descubrimos que era catalán.
Carlos: “Yo hablé con él”.
También estuvimos viendo como hacían retratos y caricaturas, en especial una de una niña con una cara de pilla que no podía con ella.
Luego vino el consabido paseo con la correspondiente selección de camisetas y paridas para regalar a los seres queridos...
Al bajar vimos más mimos y cantantes y nos fuimos a ver la Madeleine (o como coño se diga, porque leer leen Madlein). A Marta le costó bastante que la taquillera le diese un billete de metro para la Madeleine y es que al parecer Marta no lo pronunciaba demasiado bien... Detrás en segunda línea Carlos parecía una olla a presión a punto de estallar y María se reía. Cuando Marta consiguió hacerse entender, rápidamente Carlos con los ojos inyectado en sangre se acercó a la ventanilla y con un tono firme de “O me entiendes o te desmonto el chiringuito” dijo: “Un billetuá pur la Madelein” cosa que la chica entendió al instante. Detrás Marta y María se reían.
Desde la Madeleine pateamos hasta la Ópera y luego bajamos hacia el Obelisco atravesando la Place Vendom o algo así, donde vimos tiendas de esas guays de Cartier y de Rolex, y desde la cual fuimos hasta el obelisco pasando por la calle de las tiendas, por cierto vimos en la tienda de Chanel un conjunto monísimo de 15.000 francos.
sábado, 12 de julio de 1997
Paris (I)
Decidimos dar una vuelta y ver la catedral por fuera antes de entrar, y para variar (con la mala suerte que tenemos debido a un gafe, que debe de ser Magté, más adelante se averigurá porqué) cuando decidimos entrar, estaba cerrada.
Volvimos a coger el RER y nos dirigimos a La Defense. Hacía un calor de la 'HOSTIA'. Estuvimos viendo los edificios en tentando convencer a Carlisuá de que el Arco de La Defense y el Arco del Triunfo estaban alineados. ¡No lo conseguimos!
Nos fuimos al Quick a comer un pollo que realmente estaba asqueroso, pero que bien que nos sentó. Tras lo que fuimos a Al Campo, (que tenía un nombre muy raro) y llenamos el carro para variar. Salimos fuera y nos sentamos en la plaza a tomarnos un Dan'Up de frutas del bosque que estaba ¡delicioso!.
La Defense la vimos a todo meter, que si este edificio es color azul verdoso, que si el otro mide tanto, que si está haceho de no se que. Unas estructuras un poco paranoicas (típico de algún arquitecto que ya tiene el puñetero título y puede hacer lo que le de la gana). Una fuente chulisima con escaleras (lugar común en París para sentarse pues se nos acabó la buena vida de las terrazas) donde no dejamos a Carlisuá sentarse y mojarse los pies.
Como el NIÑO estaba destrozado decidimos volver al albergue. De camino nos encontramos unos chicos que también estaban en el albergue, a los que habíamos conocido por la noche, que eran de ARANJUEZ (otra coincidencia).
Minetras Carlisuá se quedó quejandose de su inmenso dolor, Magte y yo, no satisfechas con la caminata que nos habíamos pegado decidimos ir a dar una vuelta por Athis-Mons. Se trata de un lugar tranquilo que se halla en la única montaña que debe haber en este pais plano. Íbamos andando condo vimos un avión volando bajisimo, supusimos que estaba cerca el aeropuerto, y efectivamente allí estaba. Nos tiramos en cesped y estuvimos viendo aterrizar a dos aviones ¡que impresión!, pasaban tan cerca que parecía que si te ponías en pies te iban a dar con el tren de aterrizaje.
Toda esta historia es la que le contamos a Carlisuá cuando volvimos ¡que se la tragó!, pero en realidad sólo vimos un par de aviones que se disponían a aterrizar en un aeropuerto que estaba cerca pero que no vimos.
JA JA JA..."
Carlos: "¡¡¡Canallas!!! Además María se ha olvidado contar nuestra visita a la Sainte Chapel a la que pasamos de entrar porque costaba un pico. Tambien vimos el Palacio de Justicia donde me saqué una foto.
María ha olvidado contar algún detallito: Cuando ibamos a entrar a ver la Sainte Chapel tuvimos que pasar por un detector de metales y al pasar ellas comenzó a pitar. María llevaba 3 granadas de mano, una recortada, una uzi y tres minas antipersonales. Marta llevaba un lanzagranadas, tres kilos de goma 2, objetos punzantes, piedras y tres navajas de repetición. ¡¡UN NÚMERO!!
En el andén del RER le dieron una paliza a dos negros, a tres musulmanes y a dos gendarmes mientras yo iba a mirar cuanto faltaba para que llegase el tren, robandoles un total de 1318 francos con 35 céntimos ¡¡En menos de 2 minutos!! Por suerte logré persuadirlas para que lo devolviesen todo aunque a uno de los gendarmes que a pesar de haber devuelto todo las quería detener le dieron una paliza. María lo agarró por detrás mientras que Marta rodilla en tierra se dedicaba a darle puñetazos en sus partes al grito de "Hop-hop-hop-hop" Luego María le dio la vuelta y le propinó un cabezazo con el que cayó al suelo; tras eso fueron 8 o 9 minutos de continuas patadas en la cabeza por parte de las dos hasta que llegó el tren. ¡¡QUE BESTIAS!!
En el tren para ir a La Defense al llegar y abrirse las puertas la gente se bajó toda del vagón corriendo entre gritos de terror. Yo no me pude explicar eso hasta que me giré y vi a las dos con senda máscara anti gas en la cara y una mofeta en cada mano... ¡¡UN ASCO!!
Al volver al albergue me encontré a Anna Bellver, una antigua compañera del colegio en Barcelona, me hizo mucha ilusión. Definitivamente el mundo es un pañuelo"
viernes, 11 de julio de 1997
Amsterdam - Paris
Por fin había llegado la hora de enfrentarse al gigante... íbamos hacia Paris. Salimos de Ámsterdam a las 8'30 de la mañana, y en Bruselas nos cambiamos al tren de Paris, el cual salió de allí a las 12:07. A las 14:05 estábamos por segunda vez en la ciudad de las luces: Paris... ¡¡Que miedo!!.
Nos dimos rápidamente cuenta de que estábamos en Paris cuando por un simple bocadillo de queso tuvimos que pagar la friolera de 16'50 FF, por supuesto sin bebida. Desde la estación mismo llamamos al albergue para que nos dijeran la manera de llegar hasta él. El RER B hasta St. Michel y luego el C hasta Athis Mons, en un tren que se llame JILL o CIME. Y como somos así de chulos el primer trayecto lo hicimos en metro.
Al pillar el billete nos asustamos muchísimo al ver que cada billete eran 17'50. Por suerte en el albergue nos informaron de que el RER C era gratis con el Inter-Rail.
Llegamos al albergue casi a las 16'30, dejamos las cosas y alrededor de las 17'20 salimos de nuevo hacia Paris. Nuestro primer objetivo era ver la Torre Eiffel, a la cual tras cotizar 29 francos del ala nos permitieron ascender... ¡¡A PIE!! ...¡¡CHORIZUÁS!!
Carlos: "La ascensión comenzó bien: durante los 4 o 5 primeros escalones apenas nos cansamos, el problema se presentó a partir de ahí, cuando sólo nos faltaban aún por subir 1000 y pico más. María a partir del 7º escalón comenzó a quejarse de vértigo... ¡Mujeres!"
María: "¡¡HOMBRES!! Es mentira, me empecé a quejar (que no me quejé, yo iba tranquilamente mirando mis escaleras) a partir del 100 más o menos"
Carlos: "¿por donde iba? Ah, sí, (¡¡Mujeres!!) Conseguimos llegar al primer piso... a que suena como algo fácil... ¡¡¡PUES NO LA FUE!!!. ¡¡El primer piso está a ciento y pico metros!! La vista era guay, se veía todo Paris... desde ciento y pico metros de alto."
Marta: "El cateto este no tiene ni puta idea, el primer piso está a cincuenta y pico y el segundo a 115 metros de altura, de todas maneras a nosotros nos parecieron kilómetros el subir hasta cualquiera de los dos."
Carlos: "¡¡Como yo no guió no me entero!! ¡¡Guía de mierda que tenemos!!"
Marta: "Después de llegar arrastrándonos al segundo piso seguimos flipando con la vista y ¡oh, maravillas del dinero! hasta el tercero subimos en ascensor (un timo). Dentro de él María y Carlos iban cagados de miedo (cosas del vértigo), yo (Marta) que soy muy valiente ni me inmuté, bueno, más bien disfruté como una enana. Arriba más de lo mismo: vistas alucinantes, más españoles (que Tomamos la torre Eiffel) y pocas ganas de volver a bajar, pero había que enfrentarse al reto. El primer tramo fácil: en ascensor, y aunque parezca increíble María y Carlos "decían" que al bajar no las daba vértigo. Después de esto venía la decisión más difícil, o bajar o esperar a que nos tirasen, cosa que no fue muy fácil decidir, pero como estamos hechos todos unos deportistas bajamos por esas escaleras infinitas, pero no andando, sino ¡al trote! No dejamos de sorprendernos"
Carlos: "Marta miente como una bellaca que es. Ella y María salieron del ascensor a gatas, y no quisieron ponerse en pie. Yo como buen chicarrón del norte que ha estado alguna vez en Bilbao (algo siempre se pega) salí, me asomé e incluso baje de la torre haciendo rápel hasta el suelo sólo con ayuda de las tiras en que convertí mi camiseta... ¡¡Ni McGyver!! (Esta es la autentica y única realidad) Al llegar abajo vi que no bajaban y subí otra vez hasta arriba, y cual Obelix con dos jabalís las bajé al hombro a las dos. ¡¡¡QUE DURO SOY!!!... Bueno admito que lo de la camiseta era una exajeración, era una cuerda."
Maria: "VERDADERA VERSION DE LA HISTORIA: Yo (María) sí que tuve vértigo pero ellos dos, aunque lo nieguen también lo tenían, lo que pasa es que tienen unas pequeñas lagunas mentales. Una vez arriba ya se pierde todo el miedo (o por lo menos yo) porque Carlisuá y Magthé, cuando bajamos por el ascensor iban con lo ojos cerrados y apretándome los brazos... tengo unos moratones alucinantes."
Tras bajar de la torre la "guía" nos condujo hacia la Plaza del Trocadero, que es una mierda porque conmemora una victoria Francesa sobre los Españoles... menos mal que a Napoleón (su gran figura) y a su hermanito les dimos bien por el culito en España durante la Guerra de la Independencia. Por cierto, estaba todo vallado y hubo que dar un rodeo de la leche. Menos mal que tenemos una guía muy apañadita (aunque un poco cagueta por el espectáculo de "Bajadme de aquí" o "Mamá tengo miedo" de la Torre Eiffel.) Marta: "Cuando dimos todo el rodeo para llegar a la Plaza del Trocadero me quedé alucinada cuando vi la case de Peiret del número 25 de la rue Franklin, fue pasear por allí (buscando un baño) y de repente verla... chulísima"
Volvimos hacia la Torre Eiffel y nos pateamos el Campo de Marte, (Carlos: "Si por mi fuera, lo convertía todo en un barrio de viviendas de protección oficial") En el otro extremo del Campo de Marte vimos la Escuela Militar. (Carlos: "ahí adiestraron a muchos de los gilipollas que se cargó Agustina de Aragón... je, je por cierto el edificio es muy chulo, y como todo en Paris construido con la quita que se le quitaba a los pobres.")
Marta: "Después de que a Carlos le entrase el hambre (igual que a todos) decidimos que de paso que pasábamos de él, podíamos ir a ver Les Inválides, otro edificio tocho hecho a costa de los pobres. Como siempre, llegamos y estaba cerrado, así que no pudimos entrar, pero bueno, era precioso. Allí nos sentamos a hacer la foto de rigor, pero claro, la suerte no nos acompañaba: justo después de hacerla y hacer números con que no iba a salir por falta de luz, van e iluminan el edificio. Es que alguno debe se gafe... (yo no)"
Carlos: "Dice que no es gafe la de la multa, la del negrón, la del corte en la rodilla... Aunque sí existe la posibilidad de que no lo sea Marta, puede que lo sea María."
Bordeando Les Invalides vimos un tio muy chungo tirado en el suelo y cambiamos de acera (por si acaso). Luego al llegar al otro extremos de Les Invalides, donde Carlos se hizo una foto con unos cañones detrás. Continuamos hacia el Sena por una avenida de 250 metros de ancho (lo justo para dos personas caminando de lado).
Tras cruzar el Sena por el puente de Alexandre III (¿quien coño será ese?) llegamos al Petit Palais, (Carlos: "que de petit tiene lo que yo de flaco...") y al Grand Palais (que según Carlois era igual de grande.)
Al acabar de ver esto decidimos ir a cenar algo (ya que Carlos se estaba poniendo muy pesado ya) y nos pusimos a la tarea de buscar un McDonalds.
Como no teníamos ni idea de donde podía estar le preguntamos a un amable lugareño a lo que el muy hijo de puta respondió: "está ahí ta, en los Campos Eliseos, a uno o dos kilómetros" ¡¡Me cago en su madre!! uno o dos kilómetros, como si fuesen 10 o 20 metros. En ese momento nos dimos cuenta de que Paris nos quedaba demasiado grande.
Tras salir del Burger en el que cenamos bajamos por una calle hacia la estación del RER de Pont de l'Alma y de camino hacia ella por cierto vimos un Banco Pastor. Curioso ¿no?.
María: "Después de comer esa "maravillosa" hamburguesa y de esa caminata, nos fuimos al albergue, tuvimos que escalar otra vez, pero esta vez, éramos Magte y yo quienes llevábamos a Carlisuá en brazos."