jueves, 4 de mayo de 2006

Aena Ficción

En el año 2004 pasaron por los aeropuertos gallegos una cifra alrededor de los tres millones de personas (500.000 en La Coruña, 1,5 millones en Santiago y 1 millón en Vigo). Hagamos ahora un poquito de ciencia ficción a partir de este dato.

Supongamos que se construye en Santiago, concretamente en Labacolla o cualquier otro sitio, mínimamente adecuado, un gran aeropuerto, un gran aeropuerto con pistas con sistemas de aterrizaje en condiciones de visibilidad nula, con una importante terminal de carga, con un conjunto de infraestructuras adecuadas para un aeropuerto internacional: aparcamientos, restaurantes, hoteles, y por supuesto con un sistema de comunicaciones en condiciones: autovía gratuita de acceso y tren rápido que comunicara las capitales gallegas con dicho aeropuerto en un plazo nunca superior a los 40 minutos. Supongamos además un sistema de facturación de equipaje en las terminales ferroviarias en las ciudades gallegas, donde uno pudiera facturar su equipaje y recibir la tarjeta de embarque. Supongamos que le cambian el nombre al aeropuerto y pasan a llamarlo Aeropuerto Central de Galicia o Aeropuerto del Noroeste o Aeropuerto Pepito Pérez (en honor al que tenga los huevos de poner este proyecto en marcha).

Todo esto no sería mejor que disponer de tres cajas de cerillas en cada una de las tres ciudades con aeropuerto en la actualidad. ¿Acaso no se podría conseguir un aumento de tráfico expectacular al ser el nuevo aeropuerto un reclamo para nuevas compañías aereas?

El problema es el de siempre. Los localismos caciquiles. El paletismo endogámico gallego. Y es que siempre que este tema sale todos afirman que hay que cerrar todos los aeropuertos menos el propio.

Desde La Coruña y Vigo se dice que Labacolla está lejos, a lo que yo contesto: ¿Acaso el aeropuerto de Milán, el aeropuerto de Malpensa no está a casi 60 Km del centro de la ciudad? La distancia existente se salvaría sin problemas con el mencionado ferrocarril y los sistemas de facturación en las estaciones de las ciudades. Desde el aeropuerto de Schipol se tarda media hora en tren en llegar a la Centraal Station de la capital holandesa. El paletismo gallego llega a extremos nunca vistos. "Nosotros, mejor que los holandeses, el aeropuerto a la entrada de casa", luego si los aviones no son capaces de aterrizar es otro problema, pero lo importante es que esté pegado a casa.



Así nos va, y así nos irá.

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