Imagínate en el asiento de un avión de viaje en una ruta muy al norte. Estás en esa incómoda postura habitual en los aviones, para los que son mortales y no pueden permitirse los precios de la primera clase, dormitando y de repente abres un ojo, subes la persiana de tu ventanilla, y ves esto.
Hay gente muy afortunada
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